“La Mancha desde el enfoque psicomotriz”

El juego de “La Mancha desde el enfoque psicomotriz”
Profesor y Psicomotricista Claudio Leiva

Profesor Nacional de Educación Física.
Psicomotricista especializado en Salud y Educación.
Profesional dedicado a temas de la infancia y adolescencia.

Cla_leiva@hotmail.com

En esta oportunidad le acerco unas breves ideas que retomo después de un  tiempo.
Este texto será el primero de varios, que tienen la intención de poner palabras a temáticas (a veces tan obvias) que se nos escapan de la vista.
Una de ellas es el “juego y el jugar en la infancia”

¿Qué pasa en ese espacio tan especial? ¿Por qué es tan importante que un/a niño/a tenga la oportunidad y la posibilidad de jugar?

Una respuesta que encuentro como posible e incluso placentera es “pensarme en esos espacios” antes y ahora, primero en mi infancia y segundo desde mi rol profesional.
Para semejante desafío elegí escribir sobre un juego en particular: “La mancha” esperando que la vivencia me ofrezca los mejores recursos.
Les cuento que ese juego es muy conocido por mí, le dediqué mucho tiempo de mi historia. Parte de lo “soy” tiene que ver con haber jugado tanto…pero tanto a ese juego. Es una materia aprobada en mi infancia. Me encantó y me encanta jugarla.
Por otro lado, retomo la temática después de varios años, ya que la misma tuvo forma de artículo y fue publicado en una revista llamada “Epicuro, el cuerpo que se juega en la cultura.

¿Qué implica manchar y mancharse?
Si le preguntáramos a cualquier persona sobre este juego, seguramente, y luego de realizar un recorrido por su historia, podría ofrecernos diferentes relatos muy interesantes y divertidos.
Esos relatos serán sustentados por sus vivencias y con la puesta en marcha de todo su “ser” en un determinado momento de su vida, donde el disfrute y el placer de compartir con otros/as fueron protagonistas.

Si le preguntásemos a un niño a que le gusta jugar o que juegos prefiere, la mancha ocupará un lugar significativo en esa respuesta, lugar cargado de gran connotación afectiva.
Pero para ser más respetuoso sobre este eje temático “la mancha“ me parece pertinente hacer referencia a que ante todo, la mancha, se ubica en un lugar de actividad o juego, y a esta estructura, se la puede diferenciar de otras propuestas
para un mejor análisis.
El estilo de juego al que me refiero es aquel donde la puesta en acción del cuerpo es un factor sumamente importante, posibilitando muchísimas situaciones en donde el placer, el movimiento y la creatividad acontecen inmediatamente.
Se hace visible una presencia corporizada donde la intensidad y el acto persecutorio son el motor de la escena lúdica.

Para continuar con el relato es muy atinado y razonable dar una breve explicación (con mi particular percepción) de este juego, el cual tiene en su poder algunas reglas qué por la flexibilización, cansancio y/o desobediencias cotidianas pueden
variar.

“La mancha” es una juego para el cual hace falta un grupo de sujetos (dos en principio) que ante todo tengan ganas de contactarse, mirarse, escucharse y moverse de todas las maneras existentes y no existentes.
Originalmente (si la cultura no ha fallado en su enseñanza y el grupo no es muy grande) hará falta una persona que se coloque en el rol de “perseguidor” cuya función será como lo dice la palabra perseguir a los otros (perseguidos), ir en busca de ellos; Y cuando su astucia, velocidad, suerte y/o error ajeno, produzca un encuentro cercano a otro cuerpo tendrá la responsabilidad de contactarlo en lo posible con la/las mano/s.

Cualquiera de los sujetos participantes enrolados como “perseguidos” al ser contactados o manchados tendrá que asumir el nuevo rol de “perseguidor” para que la actividad continúe y para que se siga “manchando” el espacio lúdico.

Por su parte los perseguidos (casi siempre son la mayoría del grupo) intentarán llevar adelante estrategias como:
–No ser contactado por ningún motivo.
–Ser contactado lo antes posible.
–Ser contactado la mayor cantidad de veces.
–Esconderse.
–Realizar la “huida actoral” simulando no querer ser tocado cuando en realidad
puede que quiera lo contrario.

–Buscar refugio y seguridad en el cuerpo de otros utilizándolos como escudo yprotección.

–Inventar una casa en donde protegerse dándole características de sitio que  brinde seguridad (la pared, un árbol, debajo de una mesa, etc.)
–Otras variantes.

Como ustedes se habrán dado cuenta este juego permite un gran número de posibilidades donde lo motriz, emocional y cognitivo se enlazan fuertemente.
Aparecen estrategias, ubicación de roles, relaciones de complicidad, encuentros con otros y otras, miedos, despliegue de nuevas habilidades, el animarse a escapar, enfrentamientos, fingir dolencias, el famoso “pido” para darse tiempo y pensar que hacer, y otras situaciones exponenciales.

Resalto profundamente que para encontrarse con el verdadero sentido de “jugar a la mancha” en primer lugar hay que “ponerse a jugar”, hay que poner el cuerpo a disposición de ella, corporizar la idea, manchar al cuerpo y desplegar emociones.
En segundo lugar tratar de no intelectualizar, ni armar pedagogías de y con ella.
Tercero: jugarla únicamente para sentir placer.

Hasta la próxima…

“La Mancha desde el enfoque psicomotriz”
Profesor y Psicomotricista Claudio Leiva

Profesor Nacional de Educación Física.
Psicomotricista especializado en Salud y Educación.
Profesional dedicado a temas de la infancia y adolescencia.

Cla_leiva@hotmail.com